Ni en lo más profundo de ti puedes expresar el amor y el desamor, la felicidad y el dolor, el gozo y el sufrimiento; términos que tan a menudo nos hacen formular una cuestión:
¿la razón o el corazón?
Desde que nacemos, soñamos, pero ¿de qué sirven los sueños si casi nunca se cumplen?; también guardamos en nuestro corazón, la ilusión de creer lo increíble, de hacer lo imposible.
De esto vivimos, y entonces es cuando reflexionamos y sacamos del amor un recuerdo, de un problema una solución, del dolor una lección, y del sufrimiento una conclusión…y pensamos
¿con qué fin vivimos?
Tal vez en la búsqueda de ese tesoro: la felicidad.
Lo que nos define como personas es sentir con el corazón.
Cada persona es un mundo, y todos suelen tener la misma estructura básica; algunos de esos mundos son fascinantes, increíbles, cuando los contemplas de lejos te parecen paradisíacos; y piensas que si llegases a ellos, te quedarías a explorarlos, a aprender y a vivir mientras sea en paz.
Pero a veces ese mundo te rechaza…
El mundo perfecto no existe, pero sí tocando la perfección; y yo espero, en algún momento de mi vida, encontrar mi mundo ideal y la palabra con la que consiga explicar, qué es lo que puede hacerme realmente feliz.
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